Ella posó su mano sobre la de él. Quizá más para inspirarle
confianza que para mostrarle cariño. Porque poseían una relación fría y
distante, pero sincera. Y cada día, ella solía preguntarse si valía la pena
cambiar el cariño por la seguridad. Esa seguridad que él le inspiraba pero que no era más que eso, más que simple
seguridad. Sabía que no podía vivir sólo a base de su protección.
Ella ya había querido, no a alguien que la protegía, sino a
alguien que la amaba. Y en aquellos momentos en los que a su alrededor sólo
veía acumulaciones de riqueza, en aquellos mismos momentos, se daba cuenta de
que a lo mejor no había elegido tan bien como había creído en un principio.
Y la vida es así, unos viven del amor y otros del dinero. De
hecho, existen pocos que vivan de ambos a la vez. No es la única elección que
nos toca tomar, pero es una de las múltiples que hay.

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